Las bolsas compostables que ya encontramos en los supermercados, normalmente están fabricadas con fécula vegetal o almidón. La norma por la que se rige su fabricación en España es la EN1342 del año 2002, es una norma armonizada del Comité europeo de normalización sobre las características que un material debe poseer para poder ser definido biodegradable o compostable. La diferencia entre biodegradable y compostable no siempre está clara.
Un material biodegradable es aquel que puede descomponerse en elementos químicos naturales por la acción de agentes biológicos como bacterias, plantas o animales, junto con otros agentes físicos como el sol o el agua, en condiciones ambientales que se dan en la naturaleza y que transforman estas sustancias en nutrientes, dióxido de carbono, agua y biomasa.
Por su parte, un material compostable es aquél que puede ser degradado por la acción de organismos (es decir, biológicamente) produciendo CO2, agua, compuestos inorgánicos y biomasa en un periodo de tiempo controlado y bajo unas condiciones determinadas.
Por tanto, todos los materiales compostables son biodegradables, pero no todos los biodegradables son compostables. Algunos materiales que podríamos considerar biodegradables serían la madera, el algodón, el lino, el papel o el cartón, la lana, los restos orgánicos, o algunos bioplásticos como el PLA (ácido poliláctico). Estos elementos se degradarán en el entorno natural en más o menos tiempo, siempre y cuando no hayan sido tratados con ciertos procesos químicos contaminantes, como por ejemplo la adición de metales pesados.
El tiempo que tardarán en desaparecer los productos biodegradables vendrá determinado por sus características físicas y su composición, así como por las condiciones del entorno: temperatura, humedad, nivel de pH, exposición lumínica, etc. Evidentemente, cuanto menos tarde en descomponerse un material o un producto biodegradable, menor será su impacto ambiental.
Pensemos, por ejemplo, que las bolsas de basura o de la compra elaboradas con PLA pueden llegar a tardar hasta 20 años en desintegrarse en el medio natural. Son biodegradable, sí. Pero el impacto ambiental de desecharlas descontroladamente sigue siendo muy alto.
Como decíamos la norma que regula la fabricación de estos envases es la EN1342 del año 2002,esta norma lleva por título: “Requisitos de los envases y embalajes valorizables mediante compostaje y biodegradación. Programa de ensayo y criterios de evaluación para la aceptación final del envase o embalaje”.
Según la norma EN 13432, un material para ser definido “compostable” debe poseer las características siguientes: Degradarse como mínimo del 90% en 6 meses, si es sometido a un ambiente rico de dióxido de carbono. Estos valores deben probarse con el método estándar EN 14046 (que también recibe el nombre de ISO 14855) En contacto con materiales orgánicos, al cabo de 3 meses la masa del material debe estar constituida como mínimo por el 90% de fragmentos de dimensiones inferiores a 2 mm. Estos valores deben probarse con el método estándar EN 14045.
- El material no debe tener efectos negativos sobre el proceso de compostaje.
- Baja concentración de metales pesados incorporados en el material.
- Valores de pH dentro de los límites establecidos.
- Contenido salino dentro de los límites establecidos.
- Concentración de sólidos volátiles dentro de los límites establecidos.
- Concentración de nitrógeno, fosforo, magnesio y potasio dentro de los límites establecidos.
El problema y la duda de la mayoría de las personas que quieren incorporarlas a las pilas de compost, surge con las tintas que se utilizan para colocar sus logotipos en las bolsas compostables.
La norma cubre al embalaje como un todo, de modo que las tintas de impresión son tratadas como un constituyente y no pueden ser declaradas, por sí solas, como compostables. Por tanto, la “compostabilidad” en relación con las tintas de impresión para embalaje tiene que ser vista en todos los casos en conjunto con la compostabilidad del material de impresión (la bolsa en este caso). Cualquier referencia a “tintas de impresión compostables” aisladas de la combinación con el material de embalaje no tiene sentido bajo las regulaciones existentes.
Los pigmentos actuales utilizados no son compostables. Es importante que el impresor sea conocedor de que las tintas que disponen de la certificación de “aptas para la compostabilidad” no son compostables por sí mismas, pero sí tienen que cumplir unos requisitos especiales que las hacen mínimamente inocuas para la confección de compost siempre que se usen en unas cantidades limitadas en el envase.
Para que una tinta sea certificada como apta para la compostabilidad por un organismo certificador, es preciso que en primer lugar sea analizado y comprobado su contenido máximo en ciertos elementos químicos, concretamente en zinc, cobre, níquel, cadmio, plomo, mercurio, cromo, molibdeno, selenio, arsénico y flúor.
Si la tinta a certificar cumple ese primer filtro, se realizan a continuación unos ensayos de ecotoxicidad que consisten en comprobar que su adición al compost no perjudicará la velocidad de germinación ni las características de los vegetales cultivados.
Además de la necesidad de utilizar una tinta certificada, el impresor debe tener en cuenta que la norma UNE-EN 13432 limita el porcentaje total de constituyentes no compostables respecto al peso seco total del envase al 5%, y a cada uno de dichos constituyentes a una cantidad no superior al 1%. Estas restricciones condicionan la superficie máxima del envase que puede estar impresa. La limitación es máxima en el caso de los colores azul y verde debido a su especial composición química basada en ftalocianinas de cobre.
Otro factor importante para saber si podemos incorporar nuestras bolsas al compost casero es que debemos fijarnos en los sellos que acompañan en la bolsa. Existen varios sellos, los que confirman que un producto es compostable.
Pero también existen dos condiciones relacionadas a estos, es decir, un material puede ser compostable en condiciones industriales o en condiciones de home compost (Este es el que nos interesa). Así, si en un ensayo de compostaje industrial se requiere una temperatura de 58ºC y 6 meses de duración para demostrar la biodegradación, un ensayo de home compost se realiza a una temperatura de entre 20 y 30ºC durante un período de 12 meses haciendo el compostaje casero un proceso más difícil y lento.
Pero si la pregunta es si actualmente incorporo las bolsas a mi compost, os diría que todavía estoy realizando pruebas, pero por ahora no incorporo bolsas con tinta y si la tienen, elimino esa parte de la tinta y va al contenedor de orgánicos para realizar su tratamiento en un lugar adecuado.
Mientras no disponga de más información para conocer la composición de la tinta que se utiliza, prefiero actuar con cautela. Pero sea como sea, siempre será mejor utilizar este tipo de bolsas a utilizar una que simplemente sea biodegradable.